Los dragones empiezan a surcar el cielo, el árbol se mueve al compás del viento, sus hojas ambiciosas que miran hacia arriba se sostienen y abrazan amorosamente el viento que las mece, que las empuja ahora suave, después violento.
El cielo se ha pintado de gris y los dragones emiten sus llamados…
Pronto la obscuridad nos cubrirá con su manto y el golpetear de la lluvia contra mi ventana me hará recordar paisajes nunca visitados, tremendamente íntimos y familiares.
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