domingo, mayo 27, 2012
Del camino
Cuando se transita por el mundo interior no hay refugio alguno que me libre de mis sombras, miedos y realidades más obscuras, habitar con mis propios monstruos es siempre terrible, la diferencia hoy es que los veo claramente y no se desvanecen como la teoría lo indica.
Sus afiladas garras me sujetan con dureza, con determinación, me falta el aire, me debilita, me hace flaquear.
Y la tentación de recurrir a lo que sea para no contactarlo es terriblemente grande.
Mierda . . . mil y un veces mierda, hoy añoro la ignorancia.
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