Caminaban los hombres pisando fuerte en un principio y miles de leguas después con pies cansinos aún hacían temblar la tierra y de los milenarios árboles caían a su compás sus más preciados frutos, detrás de los fuertes hombres algunos niños jugaban a la guerra ignorantes de las crueldades de sus padres y se regocijaban con los frutos de los grandes árboles.
Atrás, las hermosas mujeres reparaban los daños, cerraban heridas con sus dulces lágrimas y amamantaban amorosamente la tierra una vez más. . .
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