jueves, diciembre 22, 2011

Luchando por salir

Estoy atrapado en una burbuja en lo más profundo del mar, en el negro abisal, el frío intenso entumece mi cuerpo, me duelen los huesos, los músculos y la piel, es tiempo de salir, la incomodidad adentro es infinitamente superior al frío intenso de afuera, a la vorágine, a la hambrienta obscuridad, con largos y afilados dientes blancos que brillan desgarrando piel, ahogándose en mi roja y cálida sangre.
Lucho con fuerza para romper el duro cascarón que me aprisiona con fuerza, me ahogo en mi propio espacio, en mi propio hogar, son mis propias manos las que estrangulan con fuerza mi cuello.
Y entonces recuerdo. . . .
Recuerdo tu voz en medio de la densa obscuridad, recuerdo tus manos dibujando runas mágicas en mi piel, recuerdo tus labios sellando cada poro de mi piel, recuerdo sus pequeños pasos recorriendo nuestro hogar.
Tu voz es una oleada cálida que da vida a mis huesos, a mis músculos a mi corazón, es tu amor lo que me permite moverme lentamente en un principio, con firmeza y fortaleza expando mis límites, son mis manos las que estiran la membrana y rompen el cascarón.
El agua fría inunda mi todo, me despierta, me pone alerta, sonrío, en la total obscuridad camino lentamente por el arenoso lecho, siento cada grano de arena en la planta de mis pies, avanzo despacio, estoy alerta ante todo y amo por ese instante divino el absoluto silencio, la total obscuridad y la trago, la engullo y me impulso hacia arriba, subo despacio en un principio y . . . . . . . . . . . .
Presiento . . . .
El agua deja de ser tan densa, se vuelve ligera y en su mayoría cálida, observo arriba de mi un fulgor extraño, tremendamente vivo, lejanamente familiar.
Y sigo subiendo, mis manos son lo primero que sienten el extraño elemento, poco a poco el resto de mi cuerpo, nado o vuelo, no lo sé, ¿importa? mis pies tocan el suelo y dejo la seguridad del agua. . . me interno en el profundo verde, paso a paso dejo tras de mi lo que fue mi cuerpo, soy otro, soy nuevo.

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