miércoles, noviembre 16, 2005

Frío

Uno de los cuartos (recámara me corrije la bella Sofía) que ocupé en la casa de mis Abuelos, que fué mía y ahora es un rollo porque a veces Tere dice ¿es en casa de tus papás la reunión? pero mis Papás están divorciados, tons es casa de mi Mamá, pero, ahí vive mi Abuelita, tons es casa de mi Abuelita, pero ahí vive Vico y Chipolata y Fiona, tons es casa de mis Abuelos y como siempre, todos vivimos debajo de sus grandes alas, protegidos, amados, comprendidos. . .
El caso es que una de las recámaras que ocupé daba hacia la calle, en algún invierno me asaltó la herencia nórdica y dormía con la ventana abierta, me fascinaba sentir el frío y taparme hasta dejar sólo la nariz de fuera, me gusta dormir caliente, es decir, calientito entre las cobijas, zarapes, cobertores o como se les llame a los objetos que uno se pone encima para dormir caliente, pero esto sería poco si no hubiese frío, si no hubiese ese viento que de repente arremete contra uno y en medio de los sueños, uno se hace bolita y jala más cobija para volver, al cabo de un rato, o al cabo de que el viento cesó, a sentir esa calidez que sólo da la cama vieja.
Hoy mientras comía un sandwich (herencia total de mi Abuelo a Tere) de refrigerio vi un camión abierto que traía alguna máquina extraña y uno de los operadores dormía una siesta arropado por algo que parecía una capa, hoy hace frío y el operario en cuestión estaba envuelto y el ropón papaloteaba por el aire.
Estoy seguro de que el hombre no tenía frío, estoy seguro de que ese sueño habrá sido maravilloso y me hubiese gustado dormir en ese camión con mi capa y el viento ululando a mi lado.

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