martes, noviembre 21, 2006

Se llamaría Mujeres pero es más bien una confesión

Me encantan las mujeres, simplemente no puedo vivir sin ellas, sus facciones, su voz, su andar, todo en ellas para mi es motivo de admiración, mientras más las conozco más me atraen, y la palabra “encantan” es literal, es como si pusieran una varita mágica sobre mi cabeza y todo se olvida y sólo quedan ellas, no necesariamente tienen que estar físicamente presentes, me sucede incluso por teléfono o por el Messenger o si las sueño, sin mi permiso se alojan en mi corazón y me hacen suspirar, sonreír por las mañanas o por las noches, hay veces que me quedo callado y es que una de ellas súbitamente aparece en mi cuerpo.

Tere, mi esposa, es maravillosa, he crecido con ella, me gusta como soy hoy y en gran medida es por ella, cuando llego a casa se me olvida todo, me encanta verla, escucharla, su sonrisa, su risa, la forma en la que camina, también está Sofía, mi hija, y con ella me rindo totalmente.

Luego salgo de la casa y entonces las recuerdo y llego al trabajo, entonces escribo, y sucede que quiero verlas, estar con ellas, conocer más de ellas porque es maravilloso, el conflicto en mi empieza con el tiempo, con lo que supuestamente debo de hacer.

Mi mundo ideal es aquel en el cuál pudiera yo estar con todas y reconozco que algunas veces sería decepcionante y otras excitante, reconozco que hay mucho que trabajar conmigo y que quizá en algunos momentos sea una fuga, pero ¡¡Dioses!! muchas otras es real, es la emoción total en las puntas de los dedos o el fuego en el pecho, ¿porqué no compartir?

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