Desde lo alto de vez en vez podía observarla,
la notaba a lo lejos, saltando entre el mar embravecido,
su cachorro siempre a su lado, siguiéndola entre las grandes olas.
Lo hice tantas veces pude hasta que ella lo notó,
me pregunto cómo estando tan lejos,
seguro lo sintió.
Y desde entonces se mostraba con más cautela, yo hacía lo mismo,
observando por el rabillo del ojo y un día, sin más,
desapareció.
Me duele su ausencia, ahora en lo alto observo el mar en calma.
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