martes, mayo 17, 2011

Del calor en la ciudad

El Sol no sólo cae a plomo, muerde la piel desnuda,
el calor sube en violentas oleadas desde el suelo calcinado,
la calma chicha embota los sentidos,
la ciudad lentamene se ahoga en su miasma inmunda
y yo me concentro en cerrar la boca y en la siguiente pedaleada.

Nos cocinamos a fuego lento,
sudo de sólo sentir,
el tiempo me arranca el agua.
¡Mierda!
Este calor agobia el alma.

Y entonces la percibo,
primero su aroma es sutil como un suspiro,
el mismo viento reverencía la insinuación de su llegada,
las hojas tiemblan y a lo lejos se escucha el anuncio del heraldo
"La lluvia llega" susurra en un principio
y el heraldo avanza con paso firme por la ciudad desolada
y el viento trae la escolta de nubes
y con ellas la sombra, bendita sombra,
la tierra ansía el húmedo beso de su amada
y yo sonrío. . .

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