lunes, septiembre 13, 2004

Tengo los truenos enfrente de mi, los veo pasar lentos, pavoneándose por el infinito gris, veo la lluvia que viene detrás de ellos, con su paso firme, empujada suavemente por el viento, también escucho música que cae lenta como las primeras gotas, entonces me quedo observando el trueno, dejando detrás de mi el mundo y sus imágenes, sus problemas, ¿dónde quedó la tranquilidad?, ¿dónde quedó la paz?, ¿en que momento nos subimos a este tren?, ¿cuándo nos podremos bajar?.

Tan sencillo que hubiera podido ser.

Nos bastaba el horizonte y unos cuantos trapos para cubrir el cuerpo, ahora tenemos artilugios para cubrir el ser.

Nos bastaba el mar confundiéndose con el cielo, el Sol hirviendo siempre lejos, nos bastaba el verde y ahora nos sobra el gris, nos bastaba la tierra mojada, saber unas cuantas cosas, nos bastaban las estaciones y ahora nos sobran los relojes.

Que el trueno continúe pavoneándose, que la lluvia nos traiga de nuevo el verde, que nos limpie, que nos purifique. . . .

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