viernes, julio 20, 2007

The Gates of Istanbul

El calor suele ser agobiante en estos días. . .
todo se mueve lento y pareciera que las horas resbalan perezosas por ese gran reloj de arena
y casi a esa misma cadencia se mueven tus caderas,
la ropa se ciñe a tu cuerpo descubriendo una sensualidad que cae a plomo como este duro sol,
y así caminas por la casa haciendo tal o cual cosa y llega la tarde,
la cascada de tu pelo se agita al fresco viento que viene nadie sabe de dónde y entonces bailas.

Tus largas y firmes piernas . . .
Tus caderas . . .
Tus maravillosos senos que poco a poco se perlan de sudor.

Y yo soy esclavo de tu piel, sólo tu sudor calma mi sed
sólo tu humedad pone calma en mi corazón
es tu cadencia la que hace latir mi corazón
mi boca . . . tu nombre. . . tu lengua. . . tu piel.

A así se suceden las tardes y las noches
vivo en un sueño dominado por tu figura recortada contra las sábanas blancas
podría morir entre tus piernas
son tus pechos los que ahogan mi gritos cuando llegan los sueños.

Mis manos. . .

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