martes, octubre 27, 2009

En realidad no me duele la muerte sino la ausencia . . .

Y quizá suene estúpido pero no es lo mismo, sé que la muerte es el grandioso renacer en otro espacio, en otro tiempo y que nos volveremos a encontrar, vestidos de otra manera, un poco más experimentados, sé que departiremos viandas en ese maravilloso lugar y que nuestra plática será franca y duradera, juntos estaremos y planearemos la nueva venida, todo eso lo sé y lo agradezco . . . es nomás que no comprendo.

Sé que está bien, de hecho estoy cierto de que está mejor, pero esta ausencia física, este escuchar su voz y no poder darle el beso en su cabeza llena de canas es lo que me tiene de esta manera y hoy es Doña Tere como ayer fue mi Abuelito como mañana será el que sigue.

Alguna vez lo dije, este dolor es como la marea, unas entra como un poderoso Tsunami que arrasa con todo, otros es como las suaves olas que lamen lentamente la gran playa.

Pero aún con todo duele.

Este dolor dejará de ser agudo y se convertirá en un suave y dulce recuerdo que quizá arranque lágrimas pero ya no será de dolor sino de agradecimiento por haber compartido.

Tengo media botella de un buen vino abierta y nadie para tomarlo conmigo. . . .

Así es la vida . . .

Hay que aprender que muchas veces los tragos, dulces y amargos, hay que pasarlos solos.

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