No importa lo rápido que corra o ande en bici o vuele, no importa lo intrincado de mis pasos, no importa si es de día o de noche siempre, siempre detrás de mi hay una sombra negra, voraz, arañando mis tobillos, su gritos los escucho justo detrás de mi, su aliento gélido y fétido lo siento en mi nuca, me sigue despacio o aprisa, debajo del agua o en los altos cielos, en días soleados y aún más en esos días en los cuáles el sólo respirar es un gran reto.
Chingas a tu puta madre dolor y tristeza de mierda hay días en los que me haces más fuerte y otros en los que sólo estoy cansado y quiero parar, alcánzame, alcánzame.
Dime hermano, ¿cuánto hay que luchar, cuánto tiempo, a cuántos monstruos hay que matar?
Toda la eternidad Olaf, toda la eternidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario