viernes, julio 24, 2009

Llueve intensamente, la temperatura ha bajado y los dragones surcan poderosamente el cielo, sus rugidos iluminan el gris obscuro y estremecen las ventanas de mi oficina.

Hacen suyos los cielos y nadie, nadie se atreve a desafiarlos, aún así, vuelan presurosos y en cerrada formación disfrutando su libertad, si uno presta atención puede ver las grandes alas batir el cielo, en tierra uno puede saber de su presencia no solo por los rugidos sino por cómo cae el agua.

Hay una tensa calma en el ambiente, incluso las gotas caen de manera distinta.

Amo cuando llueve.

La noche será estruendosa y azul, lo sé.

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