miércoles, diciembre 02, 2009

No es cierto que estamos tan separados del cielo, sencillamente no es posible, si bien hay grandes diferencias entre el azul invernal y el gris concreto yo estoy cierto de que sólo es necesario levantar el brazo y estirarlo con fuerza para poder tocar ese vasto espacio.

Hace eones los humanos transitaban libres como las nubes por la tierra que lo único gris que tenía eran las gruesas nubes cargadas de lluvia.

Y el volvernos sedentarios también nos volvió amargos y envidiosos para con las que antaño fueron compañeras de viaje, así la separación entre cielo y humanos comenzó, hoy, pocos voltean a ver los majestuosos cielos, algunos porque se acostumbraron a ver natas por cielos y otros porque están embelesados con una caja de mil colores que ahora hasta en el coche pueden llevar.

Millones de años tardó la naturaleza en volvernos corredores, sagaces cazadores que miraban el cielo en busca de respuesta y consuelo y hoy quizá nos lleve unas cuantas generaciones volver a estos cazadores en bestias de pastoreo, gordas, grasientas, rumiando imágenes que no existen. . . . vendrán los lobos y nos encontrarán flácidos e idiotizados y el festín no tendrá fin.

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